jueves, 4 de junio de 2015

TRES POEMAS PRETESTAMENTARIOS

                  








                 Van aquí tres piezas pertenecientes a un libro en marcha, Epifanías del desengaño. Tienen sin duda una sobrecarga de patetismo y un como vago aire tardorromántico que alternativamente, según los humores del momento, me atrae o me desagrada. En fin, lo cierto es que uno nunca queda satisfecho del resultado de sus intentos con esto de la poesía. Aunque quizá lo valioso en sí esté en el intento mismo. Y, dicho sea de paso, en acertar a evitar la fácil tentación del regodeo  ---algo masoquista----- en la sensación, tan, ay, ubicua e insidiosa, de que  se le empiezan a pasar ya todos los arroces.


                               I
A todos esos que tú nunca fuiste,
por mucho que, a menudo,
de alguna nadería, de un casual estrambote
fabricaras un mítico relato,
los encuentras de noche,
sinuosos y expectantes,
por detrás del cristal ennegrecido
que, como gentil guante envenenado,
te devuelven las yermas
galerías del pasado.

La evocación, el cruento
rejón de la impostura
por una vez harán
a tu través del desengaño causa:
todos los que no fuiste, esos que han oficiado
de no nacidos dobles, nonatos exfuturos,
mirándote con ojos
ciegos, con un desplante que no sabes
si cínico o ambiguo, al otro lado
de aquel espejo roto y desastrado.

                        II

A veces has soñado
con vivir otros mundos, otras vidas y escenas,
y de un caleidoscopio amable entonces
la diurna ensoñación te regalaba,
satisfecha y mimosa:
aquel verde espectral de los poetas

bohemios parisinos, que facilitaría
éxtasis turbulentos en sus amantes tísicas,
la osadía serena
del maquisard que fija el percutor
a la distancia justa del raíl
una noche de invierno en la Lorena,
la emoción y el fervor del liceísta
que el adoquín arroja por esos bulevares
de aquel mayo lejano
que no debe de andar ni en las hemerotecas.

Y no sé cuántas más figuras, ya se ve,
de pasión y alegría.
Medio en broma, en algunos momentos de abandono
te entretenías con esa secreta
añoranza de lo que jamás viste.
Mitología barata, te dirán,
y retazos de mala,
amén de fraudulenta,
literatura que se presumía
de toda la camada rojilla adolescente.
Sin embargo, tú sigues
considerando ahora más fantasmal y lerda
la idea de los sesudos y pragmáticos
que, sin pestañear, al punto ya decretan
que toda ensoñación es en sí misma ridícula
y tienes sus proclamas y objeciones,
que ellos creen muy sensatas,
por aún más risibles y grotescas.


                 III


Quién sabe qué delectación morbosa
lo lleva a imaginarse,
una vez transcurrido
un tiempo que no habrá de ser, por fuerza,
demasiado,
                  aún sobreviviente,
mas ya sin ilusión, fe alguna ni deseo,
a verse malamente
sufriendo los embates de la edad,
mientras de vez en vez a traición le asaltan
contrahechos harapos de muy antaño,
anécdotas dispersas
un tanto falseadas
por un delirio errático y senil,
que alcanza a penas a alumbrar sin ganas
ese sol desvaído y macilento
de domingo invernal en el corrillo sólito
y tembloroso de los jubilados.