viernes, 19 de julio de 2013

UNA HISTORIA EDIFICANTE


John Dos Passos. Los mejores años. Madrid. Alianza. 1974

       
Un poco demasiado funcional a los mitos americanos del self made man y del hombre de acción se nos antoja esta historia de la vida , errante, aventurera y cosmopolita---no toda, solo hasta la primera madurez del autor, allá por los años treinta---de Dos Passos, que puso hace ya años en excelente castellano traductor tan hábil y de fiar como José Luis López Muñoz.
        Pese a que el libro es ameno y se recorre con placer, se trata  de un demasiado complaciente relato, toda vez que Dos Passos se nos aparece harto condescendiente y autosatisfecho para con el propio personaje, tanto, que esos años de su vida se dejan leer casi como una amable novela de aventuras, de la que queda excluído cualquier atisbo de drama o de dolor. Si bien algunas consideraciones, dispersas por el texto, acerca de las devastaciones del envejecer y la pérdida de las ilusiones de la juventud suenan algo tópicas y manidas, no es menos cierto que el autor acierta ---genus irritabile vatum, al fin y al cabo--- con aguda conciencia cuando considera, por ejemplo, las delicias de la amistad o el letal lastre que los fanatismos políticos suponen para la salud espiritual de cualquiera. No se trata, por lo demás, de un relato autobiográfico al uso ---¿hará falta decir que todos son de una manera u otra falsas?---ni tampoco de una autobiografía intelectual, puesto que Dos Passos apenas habla de la gestación de sus libros ni de su oficio de escritor,sino de una serie de escenas, situaciones y retazos de memoria débilmente hilvanadas que refleja bien la segunda parte del título del original ingés The best times. An informal memoir.
        
El primer cap. del libro , pp.8-54 va dedicado mayormente a evocar la figura del padre --- la madre aparece en cambio muy desdibujada y como en segundo plano---, humilde emigrante de Madeira que llegó, a través de varios golpes de suerte pero también por su propio esfuerzo e ingenio, a abogado prestigioso y próspero hombre de negocios, que por consiguiente hizo ya nacer a su hijo en el cálido cuenco de la clase dominante y que parece encarnar en sí mismo el sueño americano. Pese a algunas diferencias y desencuentros ---a propósito sobre todo de la estancia del futuro escritor, entonces adolescente, como interno en colegios ingleses de élite, algo impuesto por el progenitor---el padre será una referencia y una imago perdurable, por él sentirá siempre gran admiración y a él se referirá de continuo, en alusiones posteriores de la historia, como el comodoro.         De lo más vívido y entretenido son los pasajes referidos a la estancia del autor como camillero voluntario en los frentes francés e italiano durante la I Guerra Mundial  ---y poco antes su primer viaje a España en 1914, primero de una larga serie y mojón inaugural de su perdurable historia de amor y fascinación por nuestro país: en aquel Madrid conocerá y tratará fugazmente a Juan Ramón Jiménez, a Antonio Machado y a Valle-Inclán entre otros, frecuentará la Institución Libre de Enseñanza y conocerá a Pepe Giner, su amigo español de toda la vida--- ,episodios bélicos donde la guerra aparece, purificada de todo drama y patetismo, descrita como una alegre francachela camaraderil de la muchachada yanqui, casi como una expedición de boy-scouts, pero escritos con viveza, soltura y sentido del humor. Concluida la contienda, y al tiempo que alude a la aparición de sus primeros cuentos y reportajes en publicaciones como Freeman y Metropolitan Magazine, se lanza Dos Passos a sus correrías aventureras por Oriente Medio, en aquella época aún bajo dominio británico y en situación de continuas guerras civiles entre los reyezuelos árabes, en compañía de Sayid, un médico persa nacionalista, medio brujo y algo visionario, con el que contempla en Bagdad la procesión de los disciplinantes en conmemoración de la muerte de Hassein, nieto de Mahoma, espectáculo tan antropológicamentre curioso como repugnante, págs.129-131, que podría ilustrar con bastante verosimilitud la teoría freudiana de la Religión como descarga de histeria colectiva. Se topa en sus viajes con otros personajes memorables, algunos demasiado sospechosamente literarios, tales como Gertrude Bell, jefa de los servicios de espionaje ingleses en Teherán y traductora de poetas persas, que le salva de no pocos aprietos y le acaba facilitando la huida de Bagdad hasta Damasco, a lomos de camello, donde se entera de que su priera novela, Three soldiers, conoce cierto éxito de ventas: el primer dinero que gana por sí mismo.
        Tras el regreso a USA, el cap. titulado La vie littéraire se refiere---tras el conocimiento en Nueva York de los Fitzgerald, narcisistas y aniñados, inútiles para las exigencias de la vida práctica y perfectas nulidades intelectuales para todo lo que no fuera literatura---a su descubrimiento de París, a su familiarización con la cultura europea y a  la frecuentación de otros escritores de la Lost Generation, sobre todo Hemingway, al que se remite invariablemente como Hem, que aparece de modo sistemático en el resto del libro y por el que parece sentir una admiración y fascinación sin fisuras.Pero lo importante era sin duda las fiestas y cuchipandas, en el París de la belle époque y en la Costa Azul, en compañía de los citados Hemingway y Fitzgerald y de otros, de parásitos y figurones varios y de no pocos millonarios en trance de mecenazgo: tal ambiente, en fin, le hizo considerar la según él justeza de la observación que a modo de consejo para la vida le había dado años atrás su padre, de que las mujeres eran más interesantes que los hombres: "(...) tenía que admitir, siempre haciendo la excepción de mis amigos íntimos, que me gustaban más las esposas que sus maridos", p. 185.
          El proceso político que acabaría desembocando en la deleznable ejecución de Sacco y Vanzetti y el viaje que hizo a la Unión Soviética sirvieron a Dos Passos para su toma de conciencia y lo convertirían por algunos años en un no siempre cómodo compañero de viaje de los comunistas. El viaje a Rusia en 1928 le peritió asimismo conocer los entonces todavía espléndidos cine y teatro soviéticos ---Stalin aún no había comparecido en escena para poner orden---y participar en una expedición científica al Cáucaso. De vuelta a Occidente, entre otras actividades,---dos últimos cap. del libro--- sigue frecuentando a Hemingway, ante todo en los cayos de Florida, conoce y se casa con la que sería su mujer, hace amistad íntima con Blaise Cendrars en sus continuos viajes a París,viaja a la España republicana y se convierte en propagandista del régimen instaurado el 14 de abril,  asiste al éxito de su novela Paralelo 42  y trabaja  como guinista en Hollywood con Von Sternberg y otros, con todo lo cual, y de forma un tanto abrupta acaba el relato. 
          Un librito, en fin, que se me antoja ideal para, como dirían las revistas de señoras--lectura de vacaciones de verano   

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