domingo, 1 de enero de 2012

GONZALO TORRENTE MALVIDO. IN MEMORIAM







La semana pasada murió en Madrid, a resultas de complicaciones derivadas de una operación quirúrgica, nuestro querido amigo Gonzalo. Tuvo el coraje y la habilidad de convertir su vida ---movida y azacaneada como pocas--- en materia de anécdotas sin fin, que él sabía contar de modo espléndido, en parte inventadas o en todo caso manipuladas o adobadas de modo que, según los casos, parecieran convenientemente verosímiles o del todo disparatadas. Vivió siempre en el filo de la navaja y en peligro, y tuvo sin duda algo de encantador de serpientes y vendedor de humo (de esto último, mucho menos de lo que algunos imaginan). Ahí queda su obra literaria como prosista y traductor, relativamente breve y desigual --- dejó poco tiempo para escribir porque empleó todo el que pudo en vivir--- pero con logros estupendos, como sus Doce cuentos ejemplares, inscritos en la mejor tradición cervantina y donde se demuestra su excepcional oído para lo argótico y coloquial, para la lengua de la calle, habida cuenta de la vivida familiaridad --- et pour cause --- que siempre tuvo con ella.

Gonzalo hizo, en verdad, un arte de la mentira, cosa difícil pero en extremo lógica y consecuente, pues al fin y al cabo es, sí, mentira todo arte verdadero... pero cuya verdad mentirosa corrige, ridiculiza y desnuda la naturaleza triste y estólida de la verdad que se nos vende como tal. Ahora, cuando me acuerdo de Gonzalo y de los muchos e impagables ratos que pasé en su compañía, recuerdo también un par de citas literarias, de las que él mucho gustaba, y que vienen que ni pintiparadas a tenor de lo dicho más arriba. Hay el arranque de un soneto de Villamediana que, bajo su apariencia de circunstancial ---iba dedicado a un pintor amigo suyo-- encierra toda una proclama estética y vital: "No solo admira que tu mano venza/ el ser de la materia con que admira,/sino que pueda el arte en la mentira/ a la misma verdad hacer vergüenza", donde, bien leído, se dice que la mano del artista es al mismo tiempo el sujeto que admira, la materia admirada y el ser que provoca admiración. Y hay también el poema que Gil de Biedma escribiera para honrar la memoria de Gabriel Ferrater, que, evocando las farras en las que éste se esforzaba por provocar la admiración de sus amigos, empieza "Como enanos y monos en la orla/ de una tapicería en la que tú campabas,/ borracho , persiguiendo jovencitas/ o como fieles asistentes(...)". A Gonzalo algunas gentes le admiraban y otras le detestaban, probablemente porque les daba algo de miedo y les hacía sentirse inseguras respecto a sus creencias y maneras de estar en el mundo.

Pues eso, querido amigo, que te quiten lo bailao.

1 comentario:

  1. No lo sabía. Lo recuerdo en la presentación de tu último libro. Como me consta que os unía una larga amistad, te digo lo que se dice en tales ocasiones: que comparto tu tristeza.

    Un abrazo, Rodolfo

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