viernes, 24 de junio de 2011

UN LIBRO DE ENSAYOS DE W.G. SEBALD



W.G. Sebald. Pútrida patria. Ensayos sobre literatura. Barcelona. Anagrama. 2005. Traducción de Miguel Sáenz.



Estas dos colecciones de ensayos dedicados a la literatura austriaca, bajo el título de La descripción de la infelicidad la primera, publicada en 1985, y Pútrida patria la segunda, de diez años más tarde, no tienen en verdad desperdicio, tanto por la novedad y agudeza de muchos de sus planteamientos como por la amplitud de referencias, correlaciones y evocaciones que suscitan y que dejan ver la bien asimilada y densa cultura literaria del autor de, entre otras novelas memorables , Austerlitz o Los anillos de Saturno.



El principal rasgo distintivo de la literatura moderna austriaca en lengua alemana es para Sebald su carácter fronterizo, fruto del cruce de culturas y de los constantes trasvases de población, y sus temas por antonomasia vendrían a ser la constante crítica de sí misma, la obsesiva insistencia en la infelicidad como coextensiva de la vida misma, estado melancólico que no tiene por qué necesariamente desembocar en un deseo de muerte, y la problemática noción de patria , según los autores o soñada, o ausente o imposible, pero siempre puesta en cuestión.



En El espanto del amor, a través de un minucioso análisis de motivos de El relato soñado de Schnitlzer, se considera el modo en que en este autor, médico de profesión, se intenta, con cierto pesar pero sin patetismo, la demolición del amor como ideal y de la institución burguesa del matrimonio ayudándose entre otros de algunos pasajes e intuiciones de Freud y del Adorno de Minima moralia. Según Sebald Schnitzler reproduce, aunque de modo irreflexivo, las convenciones vigentes y las pautas de funcionamiento del patriarcalismo. En el Relato soñado, a través de la historia de la pareja formada por Albertine y Fridolin se comprobaría que nuestros verdaderos sueños no corresponden a la pretendida belleza ideal de los deseos de la vigilia sino que están guiados por un impulso hacia la perversión en el que pavorosamente lo hermoso se convierte en odioso: la histerización de la mujer, la importancia del mito del ideal caballeresco en el imaginario femenino (en el pasaje del sueño que Albertine cuenta a su marido) o la vía de escape que supone para los hombres la prostitución, cuya existencia resulta tan funcional para el mantenimiento del matrimonio, así como el simbolismo de la muerte en relación con la sexualidad por el fantasma de la sífilis y del contagio de lo impuro, particularmente visible esto en el libro autobiográfico de Schnitzler Juventud en Viena.



El país por descubrir se consagra a considerar El castillo de Kafka a la luz del psicoanálisis y de la tradición folclórica y popular que siempre ha visto en los motivos del viaje, el peregrinaje y la posada trasuntos de la muerte. Establece muy interesantes paralelismos con la la película Nosferatu de Murnau y con ciertos pasajes de T. Mann. De hecho aunque acaso parezca un poco forzado, Sebald lee toda la obra kafkiana como una alegoría de la muerte; así, en el final del relato Preparativos de boda en el campo :"Entró susurrante por mi puerta a toda prisa, como un médico que teme llegar demasiado tarde al lecho de un enfermo que se apaga" el enfermo no sería sino el narrador y a la postre Kafka mismo, que siempre se sintió como un forastero y peregrino en la tierra y que en la época de la redacción de El castillo y del relato citado ya presumía próximo su fin.



Sistema y crítica del sistema en Elías Canetti aísla muy bien el tema esencial de la obra de este autor, una patografía del poder y de la fuerza. Para Canetti el Poder no es una circunstancia objetiva ni una relación dialéctica sino un concepto arbitrario que surge en ciertos individuos de una pulsión psíquica que el hombre de poder trata de imponer por la fuerza a los demás, de modo que todo poder deriva de una manera u otra en una forma exacerbada de expresión paranoica, que Canetti ilustra magistralmente en los casos extremos pero significativos del presidente del senado Schreber, aunque él la extiende también al régimen hitleriano y casi a Alemania entera, en una situación que supuso el "triunfo total de la ideología". En las obsesiones de Hitler y de su arquitecto Speer, por ejemplo, en sus obsesiones monumentalistas y en el placer de construir se manifiestan las nostalgias de un orden total del que está ausente toda vida. La imaginación paranoica deriva aquí, en el precipitado de los delirios nazis, en el Imperio como desierto y la morada como sepulcro, en los que el creador del orden puede descansar eternamente en una pose elegida por él mismo y con absoluta seguridad. Pero lo fundamental es las tesis de Canetti es que la mentalidad ordenancista y la paranoia del poder "sigue practicándose a escala más modesta como organización de la vida normal" (cit. en pág 63). Canetti, en fin, pensó de modo radical y como pocos en los aniquiladores procesos de nuestro siglo, el surgimiento de los fascismos, el genocidio judío, la cancerosa hipertrofia de los aparatos del Estado y la amenaza de la aniquilación nuclear, procesos todos ellos mortíferos y que él no contempla muy desligados de los sistemas cerrados de filosofía y las concepciones del mundo de pretensiones absolutizadoras. Hay que agradecer a Canetti por último su gusto por la sátira y su ácido sentido del humor, que le venía del convencimiento de la vertiente ridícula que inevitablemente tiene el ser humano.



Cuando la oscuridad pone punto final se dedica al significado de la obra de Bernhard, que para Sebald se inscribe en una larga tradición de escritores austriacos (Hofmannsthal, Kraus, Kafka) incapacitados para la política, esto es, que niegan su necesidad en bloque y se sienten al margen de toda crítica constructiva o racionalizadora; de ahí que en Bernhard, escritor particularmente poseído por una lucidez escéptica y destructora (de la estirpe espiritual de un Swift o de un Cioran), el exabrupto y la negación in toto de los fundamentos institucionales del mundo tal como está montado hoy se eleve a categoría estética. Casi todas sus fijaciones tienen en gran parte una explicación autobiográfica: sus ataques a la familia, por ejemplo, son difícilmente separables de las funestas experiencias de su infancia. El ensayo insiste sobre todo en ilustrar, en la novela Trastorno, de 1967, la idea de que el poder, la riqueza o la propiedad acaban aniquilando o enloqueciendo no solo a quienes sufren la opresión de los poderosos, sino también a quienes pretendidamente disfrutan de aquellos privilegios, tal como aparece según Sebald en el alucinante y paranoico monólogo del príncipe Saurau, el terrateniente obsesionado con destruir y arruinar su patrimonio, no muy distinto en su feudalismo reaccionario de los experimentos libertarios de su hijo, ambos catastróficos en la visión de Bernhard por el carácter mortífero de su irrealidad como ideales . Nada más lejos --y este es otro de los ítems recurrentes en la escritura de nuestro autor, junto a las diatribas contra los hijos o contra la institución de la pareja---por otra parte en Bernhard que la creencia en una Naturaleza paradisíaca o benévola, para él una ficción interesada o una simple excrecencia de la mitología del hombre urbano. En los relatos de Bernhard lo "natural" aparece siempre como una fuerza extraña y hostil, y en el campo, en los ambientes rurales, se nos sugiere que la gente está aún más podrida que en la ciudad:"la naturaleza es una casa de locos mayor aún que la sociedad"(pág.-80). Sebald ve fundamentalmente en Bernhard a un moralista y a un satírico de risa desencantada y amarga, alguien convencido de la irremediable estupidez del hombre y de toda norma social.



Bajo el espejo del agua enfatiza la extrema lucidez y la capacidad descriptiva de la esquizofrenia en el relato de Handke El miedo del portero ante el penalti, cuyo mayor mérito radica en que se concentra en la narración del amortiguado estallido de una crisis psicótica sin mostrar la vida privada previa del protagonista, en la mostración de ese proceso en el que se atraviesa la frontera entre la normalidad y la locura. En la patética historia de Bloch, el ex portero de fútbol que en su juventud disfrutó de una efímera fama y que en el relato trabaja como montador en una empresa constructora, el pánico se origina en su confusión mental, en su inadaptación al medio y a los otros y-- en este punto radica la originalidad de Handke--- en el desmoronamiento de su mundo que empieza con sus desarreglos lingüísticos, en su incapacidad para oír y entender lo que le dicen; lo que dicho sea de paso, da pie a Sebald para hacer una digresión, llena de sentido para los procesos semiinconscientes que rigen el funcionamiento de la lengua y la improvisación a ciegas o la escritura automática en la creación literaria, acerca de las teorías de Stanislav Lem sobre las máquinas parlantes: la disgregación de Bloch muesta que "la privación de las fases, también necesarias para la vida de las máquinas parlantes (...) es un factor central en la etiología de la alienación mental y demuestra que la capacidad verbal de la literatura se mantien viva solo por la conciencia del peligro de perder el habla" ( pág 95)



En la introducción a la segunda serie de ensayos, Pútrida patria, -- que a diferencia de la primera, que insistía más en los aspectos psíquicos y autobiográficos de la escritura, se sitúan más bien en la óptica y el sistema de intereses de una Sociología de la Literatura--- explica Sebald los condicionantes sociales e históricos que han influido en el carácter de la producción literaria de Austria, y en este sentido hay que tener en cuenta la desintegración del Imperio Habsbúrgico y el surgimiento de la pequeña república alpina en la postguerra, pasando por la desdichada anexión nazi y los intentos de asimilación, nunca realizados el todo, de la importante minoría judía. "Cuanto más se habla de patria, menos existe ésta" (pág. 110). Particularmente en los escritores judíos, Broch, Schnitzler o Joseph Roth, la patria se convierte casi siempre en una imposible quimera en una desgraciada entelequia, y a este respecto se detiene Sebald en unos párrafos en las extravagantes fantasías de Herzl, el fundador del sionismo, que soñó nada menos que con un reasentamiento masivo de judíos en Viena, la nueva Jerusalén, previamente convertidos al catolicismo, para fundar allí una utopía estatal judeocristiana, proyecto que incluso trató de presentar al Papa.



Aporías de las historias del gueto remite a la obra de escritores judíos asimilados o semiasimilados a la cultura alemana, que paradójicamente parecían añorar la patria --las miserables comunidades de las juderías del Este---y de ahí las visiones idealizadoras del gueto de un Kompert o las viñetas casi etnográficas del mundo judío de Karl Emil Franzos, caracterizadas ambas según Sebald por su inverosimilitud e inconsistencia, lo mismo que, por otras razones, los 26 relatos breves que Sacher Masoch publicó en 1892 con el título de Vida judía , bienintencionados y amablemente caricaturescos, curiosa manifestación de literatura filojudaica y antiantisemita.



La ley de la vergüenza vuelve, desde otros punto de vista, sobre El castillo de Kafka, para estudiar la novela por un lado como metáfora del carácter parasitario del poder y poniendo a éste en relación con la teoría de H.M. Enszensberger sobre el vínculo entre Poder y suciedad: "cuanto más rígido es un sistema de orden mayor cantidad de suciedad produce" (pág. 145) y por otro considerándola a la luz del mesianismo judío. El ensayo sobre J.Roth se centra, partiendo de la aguda intuición de Benjamin en su Origen del drama barroco alemán sobre la secreta sintonía entre el hecho de escribir y la proximidad de la muerta, ante todo en la melancolía que abrumó los últimos escritos de aquel escritor y sus postreros años de vida, amargado por su condición de apátrida y su mísera existencia de alcohólico. El dedicado a la Novela de montaña de Broch supone una demoledora crítica del estilo brumoso y altisonante, lleno de tópicos de cartón piedra, que Broch utiliza en esa novela, muy parecido a lo que él mismo criticaba y a años luz--parece tratarse de escritores distintos-- del nivel de escritura que él llegó a alcanzar en su obra maestra, La muerte de Virgilio. Según Sebald aquí no hay más que una prosa previsible y trivial, llena de lugares comunes, inflada de descripciones paisajísticas que oscilan "entre la objetividad meteorológica y la poesía trivial"(pág.183)


País perdido (Jean Améry y Austria) versa sobre el periplo y la metamorfosis sufrida por este autor, desde el apego y la idealización, en sus años juveniles, por la patria austriaca entendida como entidad geográfico-cultural de raíz romántica identificada más que nada con el paisaje alpino, hasta la ruptura con ella ( hasta el punto de afrancesar su original nombre alemán de Hans Mayer tras al asunción de su condición de judío u su experiencia del paso por los campos nazis) y de hecho con la cultura en lengua alemana. El último ensayo del libro, en fin, se detiene en La repetición de P. Handke, un relato en que el narrador, un joven que abandona su país, Austria, en busca de sus orígenes familiares, encuentra en principio el sabor de lo diferente y del extrañamiento precisamente entre el anonimato de las ciudades yugoslavas (viaja a Eslovenia en os primeros sesenta) y la liberación que para él supone encontrarse en una cultura otra, sin las señas de identidad propias del aburrido y meloso folclore austriaco. De vuelta a Austria, el protagonista siente al fin que lo de verdad ideal es no tener patria alguna, ni en la que ha nacido ni la que ha descubierto, al fin tan irreal y quimérica la una como la otra.